Por Sheilla Cohen.
“El silencio es el ruido más fuerte, quizá el más fuerte de todos los ruidos.”
Miles Davis.
El silencio ha dejado de existir porque somos muchos y no tenemos tiempo para escucharnos.
El ruido colectivo ensordece el alma, la inquieta y desestabiliza, hasta que uno acaba por perder el centro de sí mismo.
El silencio es una pausa en el tiempo suspendido en el aire que respiramos.
La voz del hombre contemporáneo se ha perdido entre la polifonía de voces que hablan sin cesar, incapaces de escucharse entre sí mismas;
porque habitan en un sociedad en la que reina el caos y el desorden.
El silencio es la ausencia de sonido; pero solo solo en ese estado de quietud podemos escucharnos a nosotros mismos.
Inmerso en ese ruido esordecedor, el hombre contemporáneo, evita confrontar sus pensamientos porque en el fondo, tiene miedo de estar solo;
en silencio consigo mismo.
El bombardeo de imágenes y la saturación de información que recibe diariamente anestesian su dolor.
El silencio es poder tomar una bocanada de aire en medio del bullicio que nos rodea.
Aturdido por el ruido que ensordece su alma;
el hombre contemporáneo se encuentra al borde del abismo,
pero es incapaz de brincar al vacío; porque carece de voluntad alguna.
Se encuentra en un dilema; entre dejarse caer al precipicio o asumir la responsabilidad de su existencia.
Pero su falta de coraje y determinación no le permiten tomar una decisión.
Por eso vive en un estado de miseria; en el que sobrevive sin poder aferrarse a nada,
porque a perdido toda esperanza.
A pesar de su carácter perecedero, su apego a la materia, ha sido lo único que le ha permitido aferrarse superficialmente a la vida.
Desconoce que es precisamente su incapacidad de creer en algo más allá de sí mismo lo que lo ha orillado a caer en un profundo y lascerante vacío existencial;
que intenta cubrir con objetos materiales, porque cree que en su posesión encontrará la solución a todos sus problemas.
Precisamente por eso, nunca podrá saciar su apetito, mucho menos acallar sus deseos; porque está buscando en los objetos el sentido de su existencia.
El hombre contemporáneo no solo se encuentra desorientado porque ha perdido el sentido de su existencia en el afán de poseer más, sino que además, ha perdido su sentido de pertenencia.
Es un ser indefinido cuyo rostro se ha perdido entre la multitud; carece de identidad
porque el incesante ruido que escucha no le permite encontrarse a sí mismo.
Por eso el hombre contemporáneo es un extranjero en su propio cuerpo;
porque hace mucho tiempo que dejó de escuchar el sonido del silencio.
The Sound of Silence
«Silence is the loudest noise, perhaps the loudest of all noises.»
By Sheilla Cohen.
Miles Davis.
Silence has ceased to exist because we are far too many and there is no time to listen.
We are deafened by the collective noise that disturbs and destabilizes the soul until one ends up losing the center of oneself.
The voice of the contemporary man gets lost amongst the polyphony of voices that speaks incessantly, incapable of listening to one another; because they live in a society in which chaos and disorder reign.
Silence is a pause in time suspended in the air we breathe.
Immersed in that deafening noise, the contemporary man, avoids confronting his own thoughts because deep down he is afraid of being alone; in silence with himself.
Silence is the absence of sound; but only in that state of stillness are we able to listen to ourselves.
The bombardment of images and the saturation of information he receives daily anesthetize the pain he suffers.
Silence is being able to take a breath of fresh air in midst of all chaos that surrounds us.
Confused by the noise that deafens his soul; the contemporary man is at the edge of abyss, but he is incapable to jump into the void; because lacks he has no will.
He faces a dilemma; letting himself fall into the precipice or assuming the responsibility of his own existence.
Yet his lack of courage and determination won’t allow him to make a decision.
That is why he lives in a state of misery, in which he survives without being able to cling onto anything; because he has lost all hope.
Despite its perishable character, his attachment to matter, is what superficially clings him to life.
But what he does not know, is that it is precisely his inability to believe in something beyond himself what has led him to fall into a profound existential crisis; that he tries to fill with material objects, because he believes that in his possession he will find the solution to all his problems.
Precisely because of that, he will never be able to satisfy his appetites, much less silence his desires; because he is looking in objects the meaning of his existence.
The contemporary man is not only disoriented because the incessant noise that surrounds him doesn’t allow him to find himself.
He is faceless man, an undefined human being that has lost his identity in the crowd.
The contemporary man has not only lost his sense of existence in the eagerness of possessing more, but also, he has lost his sense of belonging.
That is why he is a foreigner in his own body; because it’s been a long time since he last heard the sound of silence.