Por Sheilla Cohen.
Después de haber visitado ferias de arte, museos y galerías de arte, tomado cursos, leído libros y escrito reseñas de arte. He llegado a la conclusión de que el arte contemporáneo es solo un juego de poder, en el cual tus habilidades para relacionarte determinarán tu éxito al ingresar al mundo del arte. «A quién conoces y a quién tienes acceso es dinero», dijo Stephen Truax, un artista / escritor en el artículo «Las vidas precarias y glamurosas de curadores independientes» publicado en Artsy.
Dicho esto, ya seas un artista emergente que intenta ser representado por una reconocida galería, un crítico de arte que intenta publicar tus reseñas en una de las pocas plataformas alternativas en línea de arte o en una de las mejores revistas impresas de arte, o inclusive un curador que recientemente se acaba de graduar de uno de los programas curatoriales de las universidades más prestigiosas del mundo, nunca conseguirás entrar al mundo del arte al menos que tengas muy buenos contactos.
De acuerdo, tal vez eso funciona como en cualquier otra profesión. Sin embargo, el medio del arte es mucho más complejo. En realidad, si lo observas desde afuera parece una especie de culto religioso donde la gente está dispuesta a pagar ridículas cantidades de dinero por un tiburón preservado en un tanque o incluso estar dispuesto a volar al remoto desierto de Marfa, Texas para visitar la Fundación de Donald Judd.
Pero lo que es aún más sorprendente que un performance de un hombre pelando zanahorias sin parar, es el mercado del arte. En las últimas décadas, la cantidad de ferias de arte se ha proliferado de tal manera que no solo se han convertido en centros comerciales donde es posible encontrar arte para todo tipo de coleccionistas y presupuestos, sino también, a personas que no tienen ninguna intención de comprar arte, pero que solo van a pasar el tiempo, es decir, por el afán de divertirse.
No me malinterpreten, no estoy tratando de decir que el arte debe tomarse en serio. Todo lo contrario. De hecho, una de las cosas por las cuales se caracteriza el arte contemporáneo es por su irónico sentido del humor.
Por ese motivo, muchos artistas contemporáneos juegan con la idea de hacer arte como una forma de criticar el mismo sistema de arte desde su interior, aunque siempre acaban por ceder a la lógicas del mercado del arte; porque de lo contrario no podrían seguir produciendo su obra.
Al final del día, los que determinarán lo que es arte de lo que no lo es, son solo un grupo de personas que pertenecen a un sistema que está compuesto por; casas de subastas, museos, críticos, curadores, coleccionistas, etc.
Habiendo dicho eso, el arte se ha convertido no solo en un juego de poder, sino también, en un juego de entretenimiento de masas. No hay nada de malo en que éste se convierta en otra industria del entretenimiento, en realidad es todo lo contrario.
El hecho de que el arte se haya vuelto accesible para la mayoría de las personas ha permitido su democratización. Sin embargo, muchas personas todavía siguen acudiendo a mí para preguntarme cómo es posible que un simple lápiz pueda considerarse una obra de arte.
Eso para mi es una muestra que el arte contemporáneo todavía pertenece a una élite que no solo tiene los recursos económicos para comprar una pintura abstracta expresionista por unos cuantos millones de dólares, sino que además, tiene la educación estética para saber lo que está viendo.
La mayoría de las personas no entienden el arte contemporáneo porque no hablan el mismo idioma. Debes de conocer los antecedentes del artista y el contexto en el que se hizo la obra para primero comprenderla intelectualmente, y por consiguiente, ser capaz de apreciar visualmente la obra de arte.
Por eso cuando la gente viene y me pregunta si una instalación de una cama sin hacer, rodeada de condones, botellas vacías de vodka, pruebas de embarazo y ropa interior cubierta de sangre puede considerarse una obra de arte.
Siempre respondo esa pregunta con el mismo argumento; que el arte contemporáneo no tiene que ver resultado final, el objeto o la pieza que el artista decide exhibir, sino más bien, el concepto que hay detrás de él.
Sin embargo, después de haber utilizado este argumento desde que tengo recuerdo, me he empezado a cuestionar si tal vez a mi también me han lavado el cerebro como en cualquier otro culto religioso.
Pero una vez que empiezas a cuestionar sus principios, dejas de querer jugar el juego, y como cualquier otro juego, si quieres seguir jugando debes de seguir las reglas, y si no lo haces, quedas fuera.
Al final del día, acabas por tener que abandonar el juego de manera voluntaria o te ves forzado a hacerlo; porque no puedes seguir actuando como antes de que te dieras cuenta de que todo es un fraude, y pretender que todo está bien.
Pero supongo que el juego continuará siempre y cuando haya una persona dispuesta a pagar una «instalación de una cama» por un millón y medio de libras.
The Game We Play
by Sheilla Cohen.
After years of visiting art fairs, museums and galleries exhibitions, taking courses, reading books and writing art reviews. I have come to the conclusion that contemporary art is a game of power, in which your networking skills will determine your success on entering the art world. “Who you know and whom you have access to is currency”, said Stephen Truax, an artist/writer for the article “The Precarious, Glamorous Lives of Independent Curators” published by the online art news platform Artsy.
That being said, either you are an emerging artist trying to get represented by a well re known gallery, an art critic trying to get your reviews published in one of the few alternative online art platforms or in one of the best printed art magazines, even a curator who recently graduated from one of the top curatorial programs in the best colleges around the world, you are never going to make it in the art world unless you have contacts and good ones.
Okay, maybe that works just exactly like any other field. However, the art word is more complex than that. Actually if you look it from the outside, it kind of looks like a religious cult where people are willing to pay ridiculous amounts of money for preserved shark in a tank or even be willing to fly to the remote desert of Marfa, Texas to see the Judd Foundation. But was even more astonishing than a performance of a man peeling carrots non-stop is the art market.
In the last couple of decades, the amount of art fairs have proliferated in such a way that not only have they become shopping centers where you can buy find art for all types of collectors and budgets, but also people that not necessarily are planning to buy art but just go for the fun of it.
Don’t get me wrong; I’m not trying to say that art should be taken seriously. Actually, one of the things that contemporary art is characterized is its ironic sense of humor. Many contemporary artists play with the idea of making art as a way to criticize the art system from the inside.
But at the end of the day, the ones that will determine what is art and what is not are just a bunch of people that belong to a system that includes; auction houses, museums, critics, curators, collectors, etc.
Having said that, art has become not only a game of power, but also a game of mass entertainment. There is nothing wrong in art becoming yet another entertainment industry, actually is quite the opposite. The fact that art has become accessible to the majority of people has allowed its democratization.
Nevertheless, many people still come to me to ask: how can a simple pencil be considered a work of art? That to me shows that contemporary art still belongs to an elite that not only have the economic resources to buy an abstract expressionist painting for a few million dollars, but most importantly, that has the aesthetic education to know what they are looking at.
Most people don’t understand contemporary art because they don’t speak the same language. First you have to know the artist background and the context in which the piece was made, in order to intellectually comprehend the concept behind and consequently be able to visually appreciate the artwork.
So when people come to me and ask me if an installation of an unmade bed surrounded my condoms, empty bottles of vodka, pregnant tests and underwear smothered in blood should be considered art. I’ve always answered that question with the same argument; that when it comes to contemporary art is not about the end result, the object or piece the artist decides to exhibit, but rather the concept behind it.
However, after using this argument for as long as I can remember, I started to realize that maybe I have also been brain washed just like any other religious cult. But once you start questioning their principles you stop wanting to play their game, and just like any other game, if you want to continue playing, you have to follow their rules, if you don’t then you are out.
At the end of the day, either you voluntarily abandon the game or end up being forced to because you cannot act like things were before you realized everything was just a fraud and pretend everything is fine.
But I guess the game will continue as long as there is someone willing to pay a “bed installation” for one and a half million pounds.