Por Sheilla Cohen.

En las últimas décadas, el arte se ha democratizado debido a la proliferación de ferias, galerías, revistas especializadas y escuelas de arte. Sin embargo, este fenómeno sociológico y cultural se ha centralizado en una zona específica: la de mayor poder adquisitivo.

Quizás ese sea el motivo, por el cual el arte contemporáneo ha sido visto no solo como un concepto incomprensible que únicamente puede ser apreciado por aquel que ha tenido el privilegio de recibir la educación necesaria para entenderlo, sino también, como un peldaño inalcanzable para todo aquel que quiera dedicarse profesionalmente al quehacer artístico o simplemente tener una experiencia estética.

Le Gran Luxe, Centro de la Juventud, Arte y Cultura Futurama, 2017.
Foto: Cortesía de Local 21

De la misma manera, persiste el mito de que la creación artística es un hobbie de un grupo de «bohemios rebeldes» inconformes con los cánones que la sociedad establece para seguir los patrones de una vida “normal”. Una fase que pasará una vez hayan madurado, cuando finalmente se den cuenta de que la creatividad no da el sustento económico necesario para sobrevivir únicamente del quehacer artístico, porque vivimos en una sociedad que ha desplazado las humanidades en favor de la ciencia y la tecnología.

Sin embargo, existen espacios alternativos, como es el caso de Local 21, que se encargan de erradicar estos mitos. Una asociación sin fines de lucro que no solo se ha dedicado –desde que se fundó hace tres años– a la promoción, difusión y gestión de la producción de artistas visuales emergentes en la Ciudad de México, sino también, a descentralizar el circuito del arte –localizado comúnmente en la zona poniente de la capital– para llevarlo a la periferia de la ciudad con el objetivo de generar un cambio social  a través del arte como por ejemplo; erradicar la violencia que a veces hay en estos barrios, y al mismo tiempo, promover el acceso a la cultura a través de activaciones, conferencias, exposiciones colectivas, seminarios, talleres, y visitas guiadas.

Por ese motivo, entreviste a su coordinadora, Fernanda Ramos, para que nos cuente un poco más acerca de esta plataforma interdisciplinaria.

Taller–Cuerpo Sin Contorno, 2019. 
Foto: Cortesía de RRD

¿Qué es Local 21 y cuándo se fundó?

Espacios Alternativos de Arte es una Asociación Civil sin fines de lucro fundada hace tres años. Es una plataforma dedicada a impulsar, difundir y estimular la producción de artistas visuales emergentes en México. Somos un espacio nómada de difusión del arte emergente que consiste en la organización de exposiciones y actividades de formación como conferencias, seminarios, talleres, y visitas guiadas.

En qué consiste el proyecto de Laboratorio Mexicano de Artes Visuales (LAVA)?

El primer programa que elaboramos fue el Laboratorio Mexicano de Artes Visuales para presentarlo a la Secretaria de Cultura y poder obtener el primer financiamiento público.

Curso de Economía y Tiempo impartido por Sofía Honojosa.
Sala Tezozomoc, Azcapotzalco, 2018.

Este proyecto es parte de Local 21, un espacio que se concibe como un semillero de ideas, reflexiones y encuentros entre jóvenes artistas, curadores, gestores y público en general, con el fin de fomentar redes de colaboración e integrarlos al campo profesional del arte, que está pensado para generar una distribución cultural equitativa en la Ciudad de México.

¿Cuál es el objetivo de esta organización sin fines de lucro?

Nuestra finalidad es ser una plataforma intermediaria para todos aquellos artistas que no han tenido las posibilidades de mostrar sus obras al público, y también para todas esas personas que hasta entonces no habían podido descubrir su interés por el arte porque no tenían los medios ni los recursos necesarios para tener un verdadero acercamiento.

Orlando Ortíz, Locus Amoenus, 2017.
Foto: Cortesía de Local 21

En general, todas nuestras actividades son de acceso gratuito y están abiertas al público, únicamente tienen que registrarse. Somos un grupo de gestores culturales en el cual nuestra plataforma sirve para crear un vínculo entre artistas, curadores, e instituciones culturales.

El trabajo colaborativo es fundamental para tener un impacto social y nuestro objetivo es precisamente llevar el arte en zonas periféricas de la ciudad en donde hay poca oferta cultural, como por ejemplo; Azcapotzalco, Ciudad Neza, Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Centro, etc.

¿Por qué crees que necesitamos este tipo de espacios alternativos que promuevan artistas emergentes en México?

Hay muchos jóvenes que tienen inquietudes artísticas, pero que no cuentan con los recursos ni las oportunidades para desarrollar una carrera como artistas visuales. Por ese motivo, nuestro público objetivo son los jóvenes con un interés por el arte visual y están empezando, pero quizás aún no encuentran su propio lenguaje, o ya tienen obra, pero no tienen los medios ni los contactos necesarios para exhibirla.

No Tenemos Nombre, 2018.
Ana G. Zambrano y Romina R. Soriano en colaboración con la Virgen del Plug
Foto: Cortesía de Cristina Medellín.

Por ejemplo: trabajamos con los jóvenes artistas que han estudiado en la Academia de Bellas Artes de Neza o las preparatorias técnicas en donde hemos encontrado muchos jóvenes que han estudiado carreras como Comunicación y Diseño Gráfico y que desean seguir con su formación artística.

En su página web dice que son un espacio nómada, ¿esto quiere decir que no cuentan con un lugar fijo?

No contamos con un espacio fijo, precisamente porque aún no somos autosustentables, y mantener un lugar físico requiere de un presupuesto que actualmente no tenemos. Al ser una asociación sin fines de lucro, no comercializamos con la obra de los artistas que exponemos ni los representamos como una galería de arte tradicional, por lo que dependemos exclusivamente del financiamiento que conseguimos a través de becas y donativos, así que preferimos destinar esos apoyos para llevar a cabo nuestra programación anual de exposiciones, talleres, seminarios, etc.

María José de la Macorra, Orbis Sintética, 2018.
Foto: Cortesía de Local 21

Nuestro interés siempre ha sido el de ser un proyecto nómada y dinámico, que nos permita tener la flexibilidad para movernos por toda la ciudad porque, si hubiéramos puesto un lugar fijo, llegaría cierto tipo de público y lo que nosotros queremos es llegar a más zonas de la ciudad. En ese sentido somos más como un foro de reflexión y encuentro entre creadores emergentes.

Y por otra parte, consideramos que hay demasiada infraestructura dedicada a la cultura en la Ciudad de México como museos, galerías, casas de cultura y espacios independientes, etc. Por ese motivo, precisamente no queríamos comprometernos con un proyecto joven y nuevo, en poner un espacio que no podemos mantener por el momento y encasillarnos en un lugar específico que se vuelva punto de encuentro de los mismos públicos.

Como gestores culturales, dentro de sus funciones está la de organizar actividades, exposiciones, talleres, seminarios, visitas de estudio, etc. ¿Me puedes contar un poco más acerca de su programación?

Contamos con una programación anual que consta de activaciones, conferencias exposiciones, talleres y seminarios de capacitación, visitas guiada a estudios de artistas, galerías y museos.

Enrique López Llamas, La Revanche, 2018.
Foto: Cortesía de Local 21

Aproximadamente, realizamos tres actividades mensualmente y al terminar el año, hacemos una serie de catálogos que distribuimos en diferentes espacios culturales. Las activaciones las empezamos el año pasado y consisten en happenings o piezas realizadas en un horario y lugar específicos. Por ejemplo, en octubre del año pasado, presentamos la activación La Revanche, de Enrique López Llamas, un artista que realizó una puesta en escena en un espacio cerrado, en el cual se dispusieron varias tartas para que los asistentes participaran en una guerra de pasteles.

Enrique López Llamas, La Revanche, 2018. Foto: Cortesía del artista.

Una acción y al mismo tiempo un gesto irónico en conmemoración la Primera Intervención Francesa en México (1838), cuyo resultado fue muy positivo y fue documentado en video, por lo que ya es una obra en sí misma.

¿Cuál es la finalidad del programa educativo?

El eje central son las exposiciones, paralelamente hacemos seminarios y talleres de capacitación de manera simultánea, todos impartidos por jóvenes artistas. Por ejemplo, hemos hecho talleres de introducción a la botánica, artísticos, de movimientos corporales y de observación y sensibilización del espacio, etc.

Taller/Cuerpo Sin Contorno, 2019.  
Foto: Cortesía de RRD

Nuestra finalidad es que los jóvenes tengan un acercamiento a la cultura en su propio contexto, por eso hacemos recorridos para que exploren sus propios barrios. Buscamos que descubran un talento que posiblemente tienen dentro de ellos mismos, trabajamos en grupo para consolidar identidades, para facilitar la comunicación, para proponer diversas formas de ver el mundo, de vernos a nosotros, de resolver problemas y proponer alternativas de vida y de convivencia a través de iniciativas creativas que nos enriquezcan como seres humanos.

¿Quién propone el tema de las exposiciones?

#TodasSomos,
Casa de Cultura Azcapotzalco, 2018.
Foto: Cortesía de Local 21

Invitamos a curadores y les damos plena libertad para presentarnos cualquier propuesta. Ellos son los que normalmente seleccionan a los artistas que van a exponer y nosotros nos dedicamos a hacer la producción y difusión de la exposición.

No hay ningún tipo de censura, ni imponemos ningún tipo de guión curatorial, sin embargo, el único requisito que les pedimos es que sea una exposición colectiva integrada por artistas jóvenes que no hayan tenido visibilidad o no hayan expuesto antes.

¿Qué función tienen las redes sociales para la difusión y promoción del arte y cómo las utilizan ustedes?

Es sumamente importante el tema de difusión, porque de eso depende el éxito de nuestras actividades, pero también por ese motivo trabajamos con colectivos de las zonas, para no llegar a imponer un taller que consideramos que sería el más apropiado para ese lugar cuando quizás sus intereses sean otros.

El canal de difusión de nuestras actividades varía de acuerdo al público al que va dirigido. Contamos con nuestra página web en el que pueden encontrar toda nuestra programación y en el que se especifica cuál nuestra visión. En un comienzo utilizábamos mucho Facebook, pero ahora nos estamos centrando más en el contenido que subimos en Instagram porque creemos que es el canal que más utilizan los jóvenes hoy en día.

En el Umbral del Tercer Milenio,
Casa de Cultura de Azcapotzalco, 2019.
Foto: Cortesía de Alum Gálves.

Ahí pueden ver todas nuestras actividades y cada semana damos a conocer a un artista con el que hemos trabajado para promover su obra. En cuanto a medios tradicionales, han publicado notas de nosotros en periódicos como El He- raldo, Excélsior, Reforma, entre otros, y en revistas como como Arquine, Código, Ecléctico, Gas- TV, Terremoto, Tempestad, etc.

¿Consideras que la Ciudad de México se ha convertido en los últimos años en un epicentro para artistas emergentes?

México tiene una oferta impresionante de nuevos talentos y eso quiere decir que hay mucha demanda de programas que apoyen y promuevan a los artistas. Por ejemplo, el programa de jóvenes creadores del Fonca es muy generoso para que los emergentes obtengan becas, el problema es que hay demasiadas aplicaciones y no hay recursos para todos. Por otro lado, los artistas hoy en día no solo tienen que crear, sino que se espera sean sus propios gestores, lo cual es una locura.

Le Gran Luxe, Centro de la Juventud, Arte y Cultura Futurama, 2017.
Foto: Cortesía de Local 21

Precisamente nosotros somos como una “bisagra” que articula las dos partes importantes: somos gestores de proyectos culturales, generamos alianzas y colaboraciones entre artistas emergentes, curadores, gestores independientes con instituciones culturales privadas y públicas, iniciativas de la sociedad civil, etc.

Siendo un espacio que promueve la difusión del arte y la cultura, ¿cuál es la función del arte contemporáneo en la actualidad?

Orlando Ortíz, Locus Amoenus, 2017.
Foto: Cortesía de Local 21

Sin duda, el arte tiene el potencial de generar un cambio social porque te permite abordar diferentes problemáticas personales y sociales desde otro punto de vista. Sin embargo, creo que no debemos partir de la idea de que el arte tenga una función específica, sino más bien las prácticas de artistas emergentes puedan aportar o tener un impacto positivo en la vida cotidiana de las personas; que el trabajo que hacemos en grupo sea el inicio de futuras detonaciones que nos permitan transformarnos y que nos abran la oportunidad de acercarnos más a la cultura. El hecho de trabajar con jóvenes de barrios vulnerables que son proactivos y que tienen iniciativa y mucho potencial, nos beneficia a todos.

Si tuvieras que darle un consejo a un artista emergente, ¿cuál sería?

Yo les recomendaría que no se dejen doblegar por aquellas estructuras hegemónicas sumamente complejas que siguen oprimiendo a los artistas más chavos, que no sean complacientes con tal de “hacerse un nombre”, que sean coherentes con su producción y sus propuestas. Les diría que estén aplicando a todas las becas y convocatorias, que dediquen tiempo a su trabajo como artistas, que sean constantes y honestos, y que recuerden que las redes de colaboración entre colegas son una gran vía para realizar proyectos.

Le Gran Luxe, Centro de la Juventud, Arte y Cultura Futurama, 2017.
Foto: Cortesía de Local 21