Por Sheilla Cohen
Desde hace casi tres décadas, la obra de Yoshua Okón (Ciudad de México, 1970) se ha caracterizado por tocar fibras sensibles abordando problemáticas políticas y sociales como el cambio climático, la desigualdad económica, la migración, el consumismo y la violencia con la intención de generar una reflexión crítica acerca de asuntos que acontecen en nuestro entorno.
Sus video instalaciones son una combinación controversial entre documental y performance que captura narrativas creadas por el artista con el objetivo de que la cámara actué como un catalizador que desinhibe a los sujetos que aparecen, permitiéndoles representar un personaje y llevarlos al límite, al punto en el cual se cuestiona la línea divisoria entre la ficción y la realidad hasta desdibujarse por completo.
“La mayoría accede a representar el papel que les pido aunque no sean actores porque la cámara es muy liberadora, esta te permite dejarte ir e inclusive ser más tú mismo de que lo eres cotidianamente.”
Son experimentos cuasi-sociológicos que nos invitan a cuestionar desde el sistema neoliberal en el que vivimos, hasta la indiferencia que mostramos ante problemáticas sociales que requieren de una participación activa por nuestra parte, con la finalidad de implicar al público profundamente en asuntos que algunas veces aparentan ser distantes y lejanos en nuestras realidad cotidiana, que preferimos no pensar, porque nos resultan incómodos y es más fácil evadirlos, pero que nos competen más de lo que creemos.
Yoshua utiliza un humor irreverente, sarcástico y políticamente incorrecto para despojar esa solemnidad que hay en el arte, sin dejar de abordar temas sensibles; su humor funciona como un lubricante social que permite la entrada al espectador a entablar un diálogo en torno al lado oscuro de nuestra sociedad.
“El humor es un componente esencial en mi obra, es un medio para apelar al aspecto lúdico y afectivo que hay en nosotros y lo que nos permite tener más tolerancia con respecto a temas sensibles e incómodos”.
De alguna manera, se podría llegar a creer que su obra pretende ser una sátira política que se burla de la forma en la que opera el sistema neoliberal y sus efectos colaterales. Quizás si lo sea, sin embargo, su interés no solo es ese, sino explorar la manera en la cual el humor puede ser utilizado seriamente para exponer de forma crítica la crisis que está atravesando este desbocado modelo económico que está al borde del colapso.
“El humor negro para mi es una herramienta de seducción que permite crear una tensión entre la atracción y la repulsión, al reír ya penetraste en la obra y no te queda más remedio que afrontar lo que se está poniendo sobre la mesa.”
Diariamente los medios de comunicación y las redes sociales nos bombardean con información e imágenes al grado de saturarnos, volviéndonos indiferentes y des-sensibilizándonos de la violencia que hay en nuestro país.
“Vivimos en un mundo altamente mediatizado en donde la publicidad y la propaganda nos condicionan. El arte para mi es un espacio de libertad en donde uno puede pensar y conectar”.
Su proceso creativo es una compleja combinación de intuición, investigación y exploración formal. A pesar de que todas sus obras son distintas, no obstante, hay un hilo conductor que las unifica bajo el interés por desestabilizar las narrativas dominantes y abordar el fracaso del neoliberalismo como un modelo no sustentable debido a sus excesos y falta de regulación que les ha permitido tener un poder exorbitante a las empresas y corporaciones trasnacionales que al estar pensando únicamente de manera lucrativa, han generado una profunda crisis medioambiental y social.
Oráculo es la primera exposición que presenta en la galería Proyectos Monclova desde su retrospectiva en el MUAC en el 2017. La exhibición está compuesta por cinco cuerpos de obra, la mayoría video instalaciones, algunas pinturas y esculturas. El titulo de la exposición responde a dos razones. En primer lugar, hace referencia a una de sus obras que se titula Oracle (2015), filmada en Arizona con los líderes de Arizona Border Defenders, un grupo de ex militares y ex policías ultranacionalistas que se auto-denominan milicias y se dedican a impedir la entrada de migrantes.
“Muchos de ellos han llegado a matar a los migrantes, por ejemplo ponen un letrero de: <Aquí hay agua> y los mandan a deshidratarse en el desierto, o piden permiso a los dueños de los ranchos ya que hay una la ley en Estados Unidos que si entran a tu propiedad privada puedes disparar.”
Y en segundo lugar, el título también alude a esa capacidad visionaria que tiene Okón de plantear temas universales como el calentamiento global. “No sabía que titulo ponerle a la exposición hasta que hubo una pequeña coincidencia con la nueva obra Republica Bananera (2019). La única pieza inédita que presenta en esta exposición consiste en un video en donde la reproducción de una tienda de Banana Republic arde en llamas junto con una serie de esculturas de animales africanos inspirados en la historia de la marca, que empezó siendo una tienda ligada al concepto del safari, y por eso, las primeras tiendas que existieron estaban decoradas con animales disecados.
“Terminando este nuevo cuerpo de obra me fui de vacaciones y justo empieza el año con todas las imágenes de animales quemándose en los incendios de Australia, fue premonitorio.”
Si bien República Bananera habla de la crisis medioambiental y su relación con el pos-colonialismo. Por otro lado, Fridge-Freezer (2015) aborda el tema de la alienación en los suburbios. “Esta obra habla de la condición del suburbio como un espacio exclusivamente diseñado para satisfacer la lógica de la cultura de consumo y acerca de los efectos secundarios de vivir en una burbuja artificial”.
A pesar de que su obra podría incluirse dentro de esta tendencia de artistas contemporáneos por hacer un cierto tipo de “artivismo”, el afirma que: “el activismo y el arte son actividades muy distintas, el primero tiene agendas específicas y concretas, por ejemplo: yo quiero hacer que la gente deje de usas bolsas de plástico, es una meta muy concreta y específica. El arte opera de una manera muy diferente, ya que aborda los temas políticos y sociales desde lo simbólico”.
A veces uno se pregunta si el arte tiene la capacidad de generar un cambio en la sociedad, despertando la conciencia de los espectadores que pasivamente consumen las imágenes que nos rodean. Sin embargo, él considera que hablar del cambio en el arte es algo muy complejo, porque el cambio que el arte puede generar no es un cambio que se pueda calcular, ni medir, ni cuantificar de manera científica a diferencia del activismo. En ese sentido, Okón no crea arte para entretener, ni mucho menos para complacer al espectador, sino, para estimular la creatividad y el pensamiento crítico.
Por último, cuando le pregunte entonces cuál es el compromiso que el artista debe tener con la sociedad, él respondió: “Ser honesto y decir lo que piensas, porque digamos los publicistas nunca son honestos ni dicen lo que piensan, la mayoría de las imágenes que nos rodean están hechas para vender algo, no vienen del corazón.
El compromiso del artista es ser uno mismo y no trabajar para la agenda de nadie más, y generar imágenes estimulantes que nos hagan pensar críticamente, imágenes que nos estimulen y nos muevan el tapete”.
Yoshua Okón: Oráculo
Proyectos Monclova
23.01.20-07.03.20