Por Sheilla Cohen.
Entre cactus, en la playa de Puerto Escondido, se encuentra la Fundación Casa Wabi, un lugar místico diseñado por el renombrado arquitecto japonés Tadao Ando, ganador del premio Pritzker, en conjunto con el Alex Lida. Concebida por el artista Bosco Sodi, el espacio ubicado en la costa oaxaqueña le hace justicia a su nombre: wabi proviene del concepto japonés de buscar la belleza en la imperfección, en el accidente y en la profundidad de la naturaleza.
Hace un año y medio, tuve la oportunidad de hablar con Carla Sodi, quien me contó un poco más acerca la concepción del proyecto y el trabajo social que allí se realiza.
¿Cómo nace Fundación Casa Wabi?
A pesar de que la idea surgió mucho antes, Fundación Casa Wabi nace hace tres años, cuando el artista Bosco Sodi, quien decide hacer una residencia artística en México después de haber realizado otra en Japón. Con el tiempo, el concepto de Casa Wabi se va transformando hasta convertirse en una fundación cuyo objetivo principal es el intercambio cultural de conocimientos, costumbres y tradiciones entre los artistas residentes y las comunidades locales de Puerto Escondido.
¿Cuál ha sido la recepción desde su apertura hace cuatro años?
La recepción que hemos tenido ha sido mucho mayor a nivel internacional que nacional. De hecho, el año pasado, fuimos incluidos dentro de los 52 destinos que visitar por la lista que emite cada año el New York Times.
El proyecto ha ido creciendo poco a poco. Originalmente empezamos solo con el programa de residencias, posteriormente implementamos el taller de barro y después el de cine, en donde se hacen proyecciones tanto en Casa Wabi como en la comunidad. Y recientemente, iniciamos un nuevo proyecto con el apoyo de la Fundación Harp, de una biblioteca móvil.
Por otra parte, también tenemos un programa de exhibiciones de artistas consagrados cuyas muestras tienen una duración de aproximadamente un año para dar margen a que la mayor cantidad posible de personas pueda visitarla.
En cuanto a las comunidades con las que trabajamos, que son las que rodean Casa Wabi, la recepción ha sido un poco más lenta. Al principio, tuvimos que ir a las comunidades a proponerles que trabajaran con nosotros, pero con el tiempo y la constancia se ha creado una relación increíble.
Tenemos talleres de barro para los niños de las escuelas, impartidos por Xóchitl, una mujer que lleva generaciones trabajando con el material, y después les proyectamos una película.
Al inicio, íbamos a las escuelas a platicarles lo que hacíamos para convencerlos de que vinieran, sin embargo, hoy en día, tenemos una lista de escuelas en espera para los talleres de barro, por eso uno de nuestros objetivos de este año, es extenderlo de tres a cinco días por semana.
¿Cómo se dio el contacto entre Bosco Sodi y Tadao Ando para la realización del proyecto en conjunto?
Por medio de conocidos, Bosco Sodi le pidió a Tadao Ando que realizara la estructura principal de Casa Wabi, la cual se compone de seis estudio dormitorios destinados al programa de residencias, una sala de exhibición, una de proyección, espacios de usos múltiples y un jardín de más de 27 hectáreas.
Fundación Casa Wabi se ha convertido en un destino obligatorio para los amantes de la arquitectura. ¿Cuáles han sido los arquitectos que se han sumado a este proyecto?
Tadao Ando hizo la estructura principal, pero poco a poco se fueron sumando al proyecto arquitectos como el portugués Álvaro Siza, también ganador del premio Pritzker, para diseñar el pabellón de barro, y Alberto Kalach diseñó el jardín botánico y también fue el responsable en remodelar la casa en Santa María la Ribera, nuestra segunda sede que se encuentra en la Ciudad de México.
Asimismo, invitamos al arquitecto japonés Kengo Kuma para hacer un proyecto de sustentabilidad que incluye un huerto, un invernadero y un gallinero que todavía está en pruebas.
Por otra parte, los arquitectos paraguayos Gloria Cabral y Solano Benítez, participaron en la creación del pabellón de composta y recientemente acabamos de inaugurar el Pabellón de Guayacán, hecho por Ambrosi Etchegaray.
¿En qué concepto se inspiró el arquitecto Tadao Ando para construir este espacio?
El origen del nombre de la fundación viene del concepto japonés wabi-sabi que literalmente significa «encontrar lo perfecto en lo imperfecto», porque nada en la vida es perfecto, mucho menos en el arte.
Muchas de las obras de Bosco Sodi están hechas de barro, un material cuya manipulación implica un proceso orgánico que funciona a base de prueba y error. Cuéntanos sobre lo que esto implica.
El barro es un material que por más que puede ser manipulado no puede ser controlado, puesto que el acabado final no depende exclusivamente del artista. Sin embargo, es perfecto a medida que no es perfecto, no sé si me explico.
¿Por qué escogió Bosco Sodi esta ubicación geográfica para hacer Casa Wabi?
La región de Oaxaca cuenta con una riquísima oferta cultural y gastronomía que ya está muy establecida. Sin embrago, la decisión de haber hecho Casa Wabi en este lugar, estuvo en gran medida motivada por el aprecio y la relación de cariño que Bosco le tiene a Puerto Escondido, ya que desde su infancia ha pasado ahí largas temporadas.
¿Cuál es la misión de Fundación Casa Wabi y por qué la necesidad de promover la educación artística entre los niños y jóvenes de la localidad?
Como fundación estamos convencidos de que este acercamiento a la cultura y al arte te da otra perspectiva de la vida. Muchas veces me dicen: “Oye Carla, pero ustedes no alimentan, ni curan”. No alimentamos con comida, pero sí alimentamos una manera de pensar la vida de forma diferente.
Hacemos mucho hincapié en que no vamos a enseñar nada a nadie. En las comunidades hay artesanos que tienen generaciones haciendo lo que hacen, por eso, lo que realmente buscamos es propiciar el diálogo entre las comunidades y los artistas para que se retroalimenten entre sí.
Me han preguntado si nuestra finalidad es que en las comunidades se vuelvan artistas. En primer lugar, hay muchas que ya lo son y en segundo lugar, si en el futuro llegara a salir un artista gracias a la educación que recibió en Casa Wabi, sería genial, pero lo que realmente buscamos es promover que los jóvenes se expresen a través del arte.
Siendo una organización sin fines de lucro, ¿cómo financiaron un proyecto tan ambicioso como Casa Wabi?
La fundación es sin fines de lucro y la mayor parte de lo que se gasta en la fundación es donación de Bosco, además tenemos apoyo del gobierno del estado de Oaxaca, de la Secretaria de Cultura y donaciones privadas.
¿En qué consiste el programa de residencias? ¿Cómo seleccionan a los artistas, cuántos albergan y cuál es el promedio de duración de su estancia?
El programa está integrado por seis residentes cuya estancia dura en promedio de uno a tres meses y está basado en tres objetivos: el primero es que el artista tenga un espacio de introspección que propicie un diálogo consigo mismo.
El segundo, es crear un diálogo entre los residentes, por eso seleccionamos artistas de diversas disciplinas para que haya una retroalimentación mucho más enriquecedora, y en tercer lugar, que haya una interacción con las comunidades locales.
En cuanto a la selección de los artistas, corre a cargo del comité curatorial; todo el que aplica es considerado, se ve el dossier para ver si funciona y compagina con el grupo.
Estamos constantemente buscando artistas, pedimos recomendaciones a galerías y realizamos studio visits con la finalidad de conformar un grupo interdisciplinario que esté integrado tanto por artistas consagrados como emergentes –que pueden ser desde pintores, escultores, escritores, hasta directores de cine– para que se complementen entre sí.
¿Qué hacen los artistas durante su estancia en Casa Wabi y cuáles han sido los artistas que han dejado un mayor legado?
Al ser una fundación sin fines de lucro, no les pedimos que produzcan obra, puesto que nuestra finalidad no es la comercialización del arte, el único requisito es que haya un intercambio con la comunidad y también que le dejen a la fundación una bitácora en formato libre del proyecto que realizaron durante su estancia en Casa Wabi.
En total hemos tenido 173 artistas y todos han dejado un legado. Nosotros cubrimos todas sus necesidades, les proporcionamos los alimentos y servicios con la finalidad de que tengan tiempo para desarrollar su proyecto comunitario, que no necesariamente tiene que ser artístico.
Por ejemplo, tuvimos un artista que hizo un registro de las plantas medicinales de la zona y otro que modificó las jaulas para pescar jaibas… en realidad puede ser cualquier cosa. Desde un taller de expresión corporal, un dibujo, hasta un archivo fotográfico.
Y aunque no les pedimos que produzcan obra, muchos artistas lo hacen y nosotros les ayudamos a conseguir el material que necesitan; sin embargo, por la ubicación geográfica, la mayoría no puede conseguir todos lo materiales que desean como si estuvieran en la Ciudad de México.
Esto los obliga a replantearse todo su proceso artístico, por lo que, en ocasiones, después de su estancia en Casa Wabi, vemos una transformación tanto a nivel personal como profesional que inevitablemente acaba teniendo una repercusión en su proceso creador.
Además de su programa de residencia cuentan con uno de exhibiciones. ¿Cuáles son los criterios de selección de los artistas que escogen para sus exhibiciones temporales?
A diferencia de los artistas residentes, para las exposiciones temporales de Casa Wabi buscamos artistas internacionalmente consagrados, mientras que para nuestra sede en la Ciudad de México, nos interesa más exponer artistas mexicanos emergentes. Al igual que el programa de residentes, su obra no tiene que tener necesariamente una relación con la filosofía y arquitectura del espacio.
Actualmente, cuentan también con la sede de Santa María la Ribera en la Ciudad de México y con Casa Nano. ¿Hace cuánto abrió y por qué eligieron esa colonia?
Nuestra segunda sede, ubicada en la colonia de Santa María la Ribera en la Ciudad de México abrió hace un año y medio y es un concepto completamente distinto al de Puerto Escondido.
Es una casa que funge como el espacio operativo de la Fundación Casa Wabi, puesto que aquí se encuentran las oficinas, aunque también contamos con una sala de exhibiciones en la cual exponemos obras de artistas mexicanos emergentes.
Escogimos esta zona porque consideramos que es una colonia emergente a la cual están migrando muchos artistas y galerías. Es una casa antigua que fue remodelada por Alberto Kalach, respetando su estado original, donde mantuvo los acabados avejentados de las paredes y los pisos de madera.
Además, también tenemos una terraza en la que hacemos eventos, charlas y también promovemos encuentros entre artistas, por ejemplo, acabamos de tener uno entre críticos de cine.
Por otra parte, el último sábado de cada mes tenemos un programa que se llama “El disco es cultura”, en donde se invita a artistas y gente del medio del arte a hablar sobre música. El objetivo es que el artista no hable ni de su obra ni del arte en general, sino sobre su disco favorito con la idea que sea un diálogo más cercano.
Casa Nano es la tercera sede que se inaugura y un espacio bastante reducido dedicado exclusivamente a albergar a un artista residente a la vez, de preferencia mexicano, con la finalidad de que se dé un intercambio con la cultura japonesa.
¿Cuáles son los próximos proyectos para Fundación Casa Wabi?
Lo que buscamos este año es la consolidación de todos los programas que tenemos y crear vínculos como fundación. Por ejemplo, hace dos años hicimos una residencia para diseñadores suizos con motivo del año dual México-Suiza, fueron a una comunidad llamada Santa Catarina Mechoacán en la que hicieron lámparas y mamparas. Gracias a eso se creó una relación a largo plazo con los artistas y con el país.
D. Salina Cruz – Santiago Pinotepa Nacional Km. 113, Puerto Escondido, Oaxaca.
T. 01 55 6395 1047
P. www. casawabi.org