Desde finales de los años noventa, el cuerpo de obra del artista británico David Shrigley se ha caracterizado por hacer dibujos sencillos de su vida, narrando escenas cotidianas con un sentido del humor irónico y creando historias en las cuales los personajes, no solo se burlaban de lo absurdo que resulta la vida cotidiana, sino también, de lo ridículo que es mundo del arte.