Por Sheilla Cohen.
La escena artística underground está viviendo un boom en nuestro país, por lo que el arte independiente está pasando por su mejor momento. Quizás sea solo una tendencia pasajera, o más bien un fenómeno reciente que responde a la oferta y la demanda de arte emergente y, al mismo tiempo, al incremento en el valor de las rentas de locales en el “Corredor Roma-Condesa”.
Lo cierto es que cada día Vista etestán surgiendo nuevos colectivos de artistas, abriendo residencias, nuevas galerías o espacios de arte independiente extremadamente reducidos, como Casa Equis, Lulu, Ladrón, Lodos, e incluso algunos sin contar con un espacio fijo, como es el caso de Biquini Wax EPS, Guadalajara 90210, entre otros que se dedican a mostrar la obra de artistas jóvenes que están definiendo las tendencias del arte contemporáneo en la Ciudad de México
Dentro de ese espectro se encuentra Salón Silicón; un pequeño local cuya propuesta feminista y “queer” ha definido la estética de esta galería gestionada por artistas ubicada en la colonia Escandón, una zona que se encuentra un un poco fuera del radar artístico y que tiene dos años de haber abierto sus puertas en un espacio en el que antiguamente era un salón de belleza y una tintorería.
Por ese motivo, entreviste a los fundadores de este proyecto, Romeo Gómez López, Olga Rodríguez Montemayor y Laos Salazar Martínez, para que nos contaran un poco más acerca de cómo y por qué se les ocurrió abrir en un espacio poco convencional, una galería cuya programación en su mayoría son mujeres, por lo que de alguna manera, buscan encontrar la equidad de género dentro del mundo del arte, además de promover la obra de artistas emergentes.
¿Cuándo y cómo se les ocurrió la idea de crear una pequeño espacio dedicado a exhibir arte contemporáneo en donde antiguamente había un salón de belleza y una tintorería? Por mera curiosidad, ¿cuánto mide el espacio?
Por una serie de circunstancias afortunadas, el local que describes –aproximadamente mide 22 metros cuadrados– estuvo disponible para nosotros, y como lo que sabemos hacer y lo que queremos hacer es arte y exposiciones, decidimos tomarlo y hacer justo eso. En nuestro caso, se trató más de aprovechar lo que teníamos que de decidir.
¿Por qué le pusieron el nombre de Salón Silicón y en qué se distingue de los demás espacios independientes de arte contemporáneo?
Nunca pensamos tener que explicar o defender tanto el nombre. Las razones para elegirlo fueron bastante infantiles: suena bien, tiene cierta cacofonía y rima, y denota que no nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos. Aunque si somos sinceros, hay un poco más de historia en el nombre: lo teníamos pensado para nuestra pequeña empresa de fabricación de dildos. Creemos que funciona también para el arte porque el silicón es un material contemporáneo.
A pesar de que Salón Silicón no es un espacio feminista y “queer” de alguna manera ambos principios han definido la estética de este espacio. ¿En qué medida ha influido esto en la selección de los artistas que exhiben? Me podrían dar algunos ejemplos.
A pesar de que decimos que al espacio no le pondríamos esos dos adjetivos, nosotros nos sentimos cómodos usándolos. Esto puede resultar confuso y hasta cierto punto contradictorio. Por un lado, al hacerlo así, asumimos un compromiso: pueden contar con nosotros para tomar decisiones basadas en ciertos principios morales e ideológicos.
Al mismo tiempo, nos alejamos del “debe ser” y de las “causas”, porque somos conscientes de que lo que tenemos y lo que queremos es un espacio comercial y comercializable. Hacemos lo mínimo: en su mayoría exponemos mujeres (sin miedo a la cuota) y damos prioridad a proyectos de gente que no es heterosexual. Tampoco es tanto.
En ese sentido, ¿cuál fue su objetivo principal al concebir Salón Silicón y cuál es la finalidad que tienen al haber creado este espacio de arte independiente?
Nuestro principal objetivo es hacer exposiciones bonitas. También hay, por supuesto, algo de ambición, al desear que lleguen cada vez a más gente y que con suerte esa gente pueda comprarnos obra.
¿Cómo programan las exposiciones, cada cuándo las cambian y porqué decidieron hacerlo en un formato de poca duración?
Cambiamos de exposición cada tres o cuatro semanas. Por ahora llevamos cinco exposiciones en lo que va del año, con una lista de la gente que queremos exponer. Simplemente les vamos acomodando en el calendario, que al final siempre se queda corto. Decidimos hacerlo así al ver que las inauguraciones eran nuestro único reclamo al público. También porque no sabemos cuánto tiempo vamos a durar y queremos darle cabida a todos.
Ustedes contactan a los artistas en base a su trayectoria o cualquier artista emergente puede acercarse a ustedes y presentarles una propuesta?
Cualquiera puede acercarse a nosotros con una propuesta. Elegimos a los artistas que tenemos cerca, por afinidad, cariño y respeto a su trabajo.
¿Por qué escogieron abrir una galería en la Escandón, una colonia que está un poco fuera del radar artístico y en la que hay pocos espacios de arte?
No lo decidimos; era el espacio que teníamos disponible. No nos parece tan radical ni tan fuera del radar artístico.
En su primera exposición, cuya duración fue de un solo día, presentaron una obra de Sarah Lucas antes de que presentara su exposición “Dame Zero” en Kurimanzutto. ¿Cómo le hicieron para conseguir que una artista tan reconocida quisiera exhibir en un espacio independiente de arte que acababa de abrir sus puertas?
En realidad no fue nuestra primera exposición, pero entendemos que la gente nos haya “descubierto” a través de ella. Fue una cuestión de suerte: Sarah visitó el espacio porque estábamos exponiendo a un artista que era a la vez asistente de su instalación en kurimanzutto. Algo le gustó del espacio o de nosotros y obviamente le abrimos las puertas y le hubiéramos abierto las piernas.
Normalmente los artistas realizan una obra ex profesamente para este espacio o muestran obra que ya estaba elaborada previamente?
La mayoría de veces exponemos obra nueva de artistas que hacen exprofesamente para nosotros.
Al no ser una galería de arte tradicional, no representan a los artistas pero si venden la obra. En ese sentido, ¿qué porcentaje de la vente se quedan ustedes?
Depende, es secreto shhh.
Este proyecto colectivo está dirigido por tres personas Olga Rodríguez y dos artistas Romeo Gómez López y Laos Salazar. ¿Cómo se unieron para crear este proyecto?
Nos unió tener un gusto parecido y un sentido del humor compatible.
¿Qué función ejerce cada uno y cómo se complementan?
No tenemos funciones delimitadas, somos los tres para todo. Limpiamos y pintamos el local, montamos las exposiciones, buscamos patrocinios, y llenamos cuestionarios juntos. En nuestro tiempo libre, además 🙂
Al ser un galería pequeña. ¿Cuál es su relación con los artistas, les ayudan en el montaje y producción de sus obras?
Nos gusta opinar en el montaje, acompañar en la producción, asesorar con los precios… Ayudamos en todo lo que podemos, pero intentamos ser respetuosos con el proceso de cada artista.
¿A dos años de haber abierto que tanta afluencia tienes y en general cuál ha sido la recepción o respuesta por parte del público?
Estamos muy contentes con la respuesta del barrio y del público en general. Nuestras inauguraciones se llenan de gente y de cariño, y creemos que los medios y casi todos nuestros colegas han sido muy generosos.
¿Cuál ha sido su exposición favorita y porqué?
Le tenemos mucho cariño a “galerías similares” porque era un chiste privado que funcionó bastante bien, pero elegir una exposición favorita es imposible.
¿Cuáles son sus planes para un futuro?
Planeamos sobrevivir, y ya si nos ponemos ambiciosos, vivir de esto.
Salón Silicón
D. Minería 60, Colonia Escandón II Sección. Ciudad de México.
T. 55 4044 0829
C. salonsiliconmx@gmail.com